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Enfermedades oculares


   02/07/2019


Pinguécula: qué es, causas y tratamiento



¿Has notado una pequeña mancha o bulto amarillento en la parte blanca del ojo (esclerótica), cerca del borde del iris? Es muy probable que se trate de una pinguécula, una de las afecciones oculares más comunes y, por lo general, completamente benigna.

 

Aunque su aparición puede generar alarma, es importante entender que la pinguécula es simplemente un depósito de proteínas, grasas y calcio que se forma en la conjuntiva bulbar, como respuesta a la degeneración del tejido conjuntival.

 

Su desarrollo está intrínsecamente ligado a la exposición crónica a la radiación ultravioleta (UV) del sol, lo que la convierte en un signo visible del envejecimiento ocular. A continuación, profundizamos en todo lo que necesitas saber sobre la pinguécula: desde sus causas y síntomas diferenciadores hasta los tratamientos más efectivos para las molestias y los casos en los que podría considerarse su extirpación quirúrgica.

 

¿Qué es la pinguécula?

 

Una pinguécula es una protuberancia benigna que se forma en la capa de tejido que recubre al ojo. Generalmente tiene un color amarillento y crece muy cerca de la córnea.

 

Suelen aparecer de forma más común en el lado de la córnea que se encuentra más cerca de la nariz, pero eso no quiere decir que no puedan manifestarse también en el lado contrario.

 

Aunque algunas pinguéculas pueden tener un tamaño mayor que las hace visibles al observar los ojos a corta distancia, generalmente son muy pequeñas. Su crecimiento, es gradual y se da en casos raros, la mayoría de las veces no afecta la visión por no infiltrar la córnea, y únicamente se percibe como una mancha.

 

La pinguécula puede inflamarse produciéndose una pingueculitis. Los ambientes muy secos, con viento, y el exceso de radiación solar, favorecen la aparición de este problema.

 

Normalmente esta condición se manifiesta en personas mayores de 40 años, pero algunas veces también aparece en la población de entre 20 y 30 años.

 

Causas de la pinguécula

 

Los cambios en el tejido de la conjuntiva son la condición principal para que aparezca una pinguécula. Estas protuberancias se forman generalmente por grasas, calcio y proteínas acumuladas.

 

Las causas de la pinguécula no han sido determinadas, pero algunos expertos creen que la exposición frecuente a la luz del sol, el viento, el polvo u otras partículas presentes en algunos ambientes, son los causantes de este problema.

 

Por esta razón es importante llevar gafas de sol para proteger los ojos, no sólo en la temporada estival, que es cuando la exposición a los rayos solares es mayor, sino también el resto de meses del año.

 

También se ha señalado como causa hipotética al síndrome del ojo seco, una anomalía ocular que favorece estos cambios en la conjuntiva.

 

pinguécula en el ojo

 

La prevalencia de la pinguécula es mayor en las personas de Sudamérica o África, y tiene un componente genético importante.

 

Síntomas de la pinguécula

 

Los síntomas más visibles de la pinguécula son:

 

Irritación y sequedad ocular

 

La sequedad de los ojos no solo es una de las posibles causas de la pinguécula, sino también un síntoma que se manifiesta en algunos pacientes, así como la sensación de irritación constante.

 

Sensación de aspereza

 

Algunos pacientes sufren una sensación de aspereza en el ojo, similar a cuando se introduce una partícula que obstaculiza la visión.

 

Picores y enrojecimiento

 

En algunos casos la pinguécula se evidencia tras la aparición el enrojecimiento de una zona del ojo, especialmente de la córnea, el iris y la pupila.

 

Inflamación

 

Es el síntoma más evidente y visible de esta anomalía ocular. No siempre produce incomodidad en el paciente, pero se recomienda acudir al oftalmólogo para evitar complicaciones.

 

Diagnóstico de la pinguécula

 

Para diagnosticar una pinguécula será suficiente con realizar un examen oftalmológico.

 

En escasas ocasiones es necesario hacer una biopsia de la lesión y analizarla con un microscopio para distinguirla de otras lesiones que afectan a la conjuntiva y son potencialmente malignas.

 

Para el examen oftalmológico suele utilizarse una lámpara de hendidura, que es un microscopio especial que permite examinar en detalle el segmento del ojo, facilitando la observación de anomalías en la superficie del ojo.

 

Tratamiento de la pinguécula

 

El tratamiento de esta lesión ocular depende de la gravedad de lo síntomas que manifieste el paciente.

 

Es importante si tienes una pinguécula, proteger los ojos de los rayos del sol, ya que estos causan el desarrollo de la protuberancia y su crecimiento.

 

Los ojos deben estar protegidos siempre que esté al aire libre, incluso si el día está nublado, ya que los rayos UV traspasan las nubes.

 

Si la pinguécula es leve, pero produce irritación, sequedad o aspereza, es posible que se receten gotas para lubricar los ojos, y así aliviar los síntomas.

 

La pinguécula también puede provocar inflamación localizada, que puede ser tratada con gotas oftálmicas con esteroides o antiinflamatorios no esteroideos (AINES).

 

Cuando la pinguécula está causada por el ojo seco, el oftalmólogo puede recetar gotas oculares específicas para tratar el ojo seco.

 

Si la pinguécula resulta especialmente incómoda para el paciente, la extirpación quirúrgica es una opción que se puede considerar.

 

Prevención de la pinguécula

 

Algunas medidas que se pueden tomar para ayudar a prevenir una pinguécula o evitar que empeore son:

 

  • Mantener los ojos bien lubricados.
  • Utilizar gafas de sol de buena calidad que protejan correctamente de los rayos UV.
    Evitar los irritantes oculares.

 

Aunque la pinguécula no es cancerosa, es importante informar al especialista sobre cualquier cambio en el tamaño, la forma o el color de cualquier abultamiento que aparezca en el globo ocular.

 

¿Pinguécula o Pterigión? Aprende a Diferenciarlas

 

Una de las dudas más frecuentes que surgen al diagnosticar una pinguécula es cómo distinguirla de su evolución más avanzada: el pterigión. Ambas son lesiones conjuntivales relacionadas con la exposición solar, pero presentan diferencias cruciales en su morfología y potencial riesgo.

 

  • Pinguécula: Se define como un crecimiento estático. Es un depósito o engrosamiento que se queda en la conjuntiva, sin invadir otras estructuras. Su principal característica es que no crece sobre la córnea (la superficie transparente del ojo). Es, por lo tanto, la condición menos agresiva de las dos.

  • Pterigión: A menudo llamado popularmente "palmera", es un crecimiento carnoso y vascularizado de tejido conjuntival que sí invade la córnea. Comienza típicamente en la misma zona que la pinguécula (zona nasal o temporal) pero avanza de forma triangular hacia el centro de la córnea. Este crecimiento progresivo sí puede afectar a la visión si llega a cubrir el eje visual, distorsionando la curvatura corneal (induciendo astigmatismo) o interfiriendo directamente con la entrada de luz.

 

¿Puede una pinguécula convertirse en pterigión?


Sí, es posible. Se considera que la pinguécula puede ser un precursor del pterigión. La irritación crónica y la continua exposición a los factores de riesgo pueden hacer que el tejido de la pinguécula comience a crecer y vascularizarse, transformándose en un pterigión propiamente dicho. Por este motivo, el diagnóstico y el control periódico por parte de un oftalmólogo son esenciales para monitorizar cualquier cambio.

 

¿Por qué es crucial esta distinción?


Mientras que el manejo de una pinguécula suele ser conservador (lubricantes, protección solar), el pterigión requiere una vigilancia más estrecha y, en muchos casos, intervención quirúrgica para detener su avance y preservar la visión.

 

En Oftalvist, realizamos un examen exhaustivo con lámpara de hendidura para determinar con precisión de qué lesión se trata y establecer el plan de seguimiento o tratamiento más adecuado para proteger la salud de tus ojos a largo plazo.

 

 

Artículo elaborado por Más que Médicos



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